Hace unos meses que hablé sobre este tema en LinkedIn, fue una publicación rápida que creo que es necesaria rescatar y profundizar.
En mis formaciones siempre lo incluyo, es un punto por el que debemos pasar y comentar, fundamental comprenderlo bien. No importa si son formaciones dirigidas a toda la plantilla de sensibilización en igualdad, equidad y no discriminación, o bien formaciones más específicas para equipos directivos o comisiones de seguimiento de planes de igualdad. Todas las personas de la organización deben tener estos conceptos claros y asimilados.
Estoy hablando de IGUALDAD y EQUIDAD.
Empezaré con una definición bastante acertada extraída de un artículo de World Economic Forum .
Igualdad significa que tratamos a todos por igual, cada persona o grupo de personas recibe los mismos recursos y oportunidades.
Equidad significa que proporcionamos recursos y oportunidades que se ajustan a las necesidades o circunstancias específicas de esa persona o grupo de personas y, de ese modo, podemos alcanzar un resultado igualitario.
Entonces, ¿hacia dónde nos enfocamos? ¿igualdad o equidad?
En mi opinión, la igualdad de trato es fundamental en cualquier ámbito de la sociedad o de las organizaciones, es la base de donde se debe partir, establecer unas normas y reglas justas. La equidad, es el siguiente paso, es comprender el punto de partida de cada persona o grupo de personas, que con frecuencia no siempre es igualitario, y articular medidas y acciones enfocadas a garantizar el acceso a oportunidades.
Llegados a este punto, es importante comprender que para pasar de la igualdad a la equidad necesitamos analizar datos con perspectiva feminista.
La fotografía que acompaña este artículo nos ayuda a comprender bien estas definiciones. Imaginaros una ciudad donde se asegura que toda la ciudadanía dispondrá de una bicicleta. A esto lo llamamos igualdad. Ahora bien, para poder implementar bien esta norma, debemos conocer datos concretos sobre la población de esa ciudad (sexo, edad, discapacidad, etc.) y así poder asegurar que toda la ciudadanía dispondrá de una bicicleta que pueda usar ya que estará adaptada a sus necesidades. A esto lo llamamos equidad.
Pondré un ejemplo. Tenemos empresas que cuentan con planes de igualdad y protocolos específicos con perspectiva de género. Estos planes y protocolos deberían haberse creado basándose en la realidad de la propia empresa, es decir, recopilando los datos necesarios para poder analizar los conceptos clave que nos ayuden a impulsar medidas y acciones alineadas con la realidad de la empresa. Aunque parezca una obviedad, no siempre es así. Se redactan protocolos y planes genéricos que desembocan en medidas y acciones también genéricas, yo las llamo “de corta y pega”, ni os imagináis la cantidad de medidas idénticas que veo en empresas que son totalmente diferentes…
Al grano que me despisto, si implementamos medidas de “corta y pega” ¿creéis que tendrán resultado? ¿lograremos algún objetivo? Difícil.
Este es uno de los puntos clave. En nuestro país, contamos con muchas leyes y normativas para garantizar la igualdad de trato y oportunidades. A esto me gusta llamarle la “igualdad formal”, pero esto no significa que en nuestra sociedad y empresas exista una “igualdad real”, es decir, que se haya aplicado Equidad para garantizar la implementación con éxito de estas leyes y normativas.
En este punto surge un problema, para poder pasar de la igualdad a la equidad, como he dicho, debemos analizar datos con perspectiva feminista, y ahí está el quid de la cuestión ¿sabemos cómo hacerlo? Se necesita haber realizado formación en temas de igualdad, equidad y no discriminación, y se necesita tomar conciencia que todas las personas tenemos sesgos inconscientes de género (sí, ¡todas!).
Si necesitas ayuda para formarte o para tomar conciencia, ¡no dudes en contactarme!
